Desde que empecé con este blog supe que me iba a costar escribir sobre Silvana. En otros casos las palabras fluyen facilmente pero en el caso de ella no. Me dentengo y pienso en que todo lo que tenga para decir me va a resultar poco. Aun cuando tengo mucho para contar, la fluidez le deja paso a la duda, a la hoja en blanco y también al dolor. Hoy, que Silvana cumpliría los años que todos los "ex cuarto segunda" estamos cumpliendo, por fin me animo.
A primera vista Silvana y yo éramos muy distintos. Ella era una chica, como suele decirse, callada. Al punto que fue, creo, la última persona del curso a la que le conocí la voz. Durante mis primeros meses en la división casi ni hablaba con ella. Por eso durante un tiempo pensé que sus excelentes notas se debían a lo traga que era. Pero no era así. Silvana era inteligente y aprendía todo con facilidad. La misma facilidad que tenía para después trasmitirlo o explicárselo a otros.
Sus papás vivían separados lo que para nuestra generación era, todavía, casi una excentricidad. Vivía con su mamá y sus hermanos en una casa ubicada en la misma calle del colegio pero a más de diez cuadras. El estar lejos de la Plaza Villa Obrera hacía que la viera poco y nada durante los veranos.
Jamás se llevó una materia y dudo que en los cinco años de secundaria haya tenido alguna nota inferior a 7 ya sea en un trimestre o en alguna nota parcial. Tampoco la recuerdo peleando con alguien o en medio de conflicto alguno. Era muy buena y además se llevaba bien con las buenas.
Mis dos primeros años en la división nos sentábamos lejos pero en cuarto año la tuve ahí nomás, pasillo de por medio. Cercanía que lentamente se iba trasladando a nuestra relación. De a poco íbamos cambiando una mera relación de compañeros por una incipiente amistad. Recuerdo de ese año una graciosa situación en que tratando de ayudar a Ana en una prueba con Lamalia, inclinada discretamente hacia atràs y tapándose la boca, le mascullaba "más largo, más largo" y Ana (que ya se la llevaba a Julio del otro año) se reía porque no la entendía y luego agregaba otro Carbono y otro más a una interminable cadena. Por esa època empezábamos a prepararnos para Feliz Domingo. Obsesivos los dos armábamos unas listas de temas para el Repechaje donde tratábamos que cada palabra enganchara con la siguiente y usando el mínimo de sílabas posibles. Me acuerdo aun de Bacojunoceresreageamomotemisletocore, palabrón que contiene nueve Dioses de Grecia y Roma o Islaplayagolfocabopuntarioría para decir siete accidentes geográficos en dos segundos. Practicamos y ella era claramente superior a mi. Siempre fue nuestra garantía de llegar a la final en caso de no ganar ninguna prenda.
La separación de nuestro curso en quinto año hizo que, al menos los que quedamos en 5to 2da, nos replegáramos bastante sobre nuestro grupo lo que fortaleció mi lazo también con ella.
Al igual que con Flavio, Marisa y Claudia mis recuerdos con Silvana tienen más que ver con lo que vino después del 84. Al año siguiente de terminar las clases uno de los primeros lugares a donde me gustaba ir cada vez que mi viejo me prestaba el auto era a su casa. Mientras estuve en Puerto Belgrano en mi breve servicio militar me mandó una carta que aun guardo. En ella me contaba sobre una reunión que la división iba a hacer en la casa de Viviana. "No puedo imaginarme lo que va a ser sin vos", me escribía para hacerme emocionar. Me decía que su hermano había hecho la colimba en Santa Cruz para que no me sintiera tan mal. Me contaba que se había encontrado en La Casona con Eduardo, los Gustavos, Lancha y Patricia y hasta me hacía encontrarle la parte positiva a ser el único de mi división que tenía que soportar el servicio militar:
"Tratá de tomarte todo de la mejor manera posible, esta es una nueva experiencia y pensá que si bien todos se la salvaron no van a vivir esta experiencia. Estoy segura de que te va a gustar contarnos todo lo que hacen y va a ser lindo"
Por aquellas épocas hacía el CBC de la UBA para la licenciatura en Matemáticas, dificil carrera para la que le sobraba capacidad pero para una chica trabajadora de Lanús los horarios para burgueses de una facultad ubicada en Nuñez se hacían difíciles. Ese mismo año empezamos, junto con Flavio, a militar en el PI. Ahí nos fuimos acercando ya mucho más. La empecé a escuchar más y a conocerla en otros aspectos. Ya no solo su inteligencia sino su sensibilidad, sus convicciones, sus sentimientos más personales, su carácter. Recuerdo un viaje en tren a San Nicolás, cuando fuimos a una convención partidaria. Ya para esa época éramos muy amigos. Compartíamos no solo la militancia sino el uso del tiempo libre, las vacaciones, nuestros secretos y hasta un trabajo ya que fuimos empleados del mismo estudio contable con diferencia de semanas. En 1987 la interna del PI era tan fuerte que la Junta Electoral del partido precisó contratar un empleado. El puesto nos fue ofrecido a los de nuestro comité y así fue como Silvana, de repente, se hizo conocida entre todos los dirigentes del PI de la provincia.
Fue más de una vez conmigo a Villa Gessell. Tengo las fotos de uno de esos campamentos en el que vacacionamos con Flavio, Ana, Claudia y un montón de amigos en comùn. En una vieja agenda de esa época tengo el registro de montones de juegos de naipes. Nuestro juego favorito era el Jodete del que con nuestros compañeros de comité habremos jugado cientos de partidas. Otra de nuestras pasiones de la época era jugar al 10000 con los dados. Pasábamos horas así, divirtièndonos con dos mangos, tomando pavas de mate y fumando como escuerzos. Ya sobre fines de los 80 se mudó a otra casa en la que me quedé a dormir montones de veces. Tantas como ella se quedó en la mia. Yo era siempre bienvenido en su casa de la calle Alvear. Jugábamos con sus hermanos menores a las cartas, los dados, la Carrera de Mente o al Tutti Fruti. Mis viejos la adoraban. Silvana por esa época estudiaba en Económicas de la UNLZ.
Para las elecciones del 89 no votamos al mismo presidente. Mientras yo fui "orgánico" y voté por el plataforma nacional y popular del Frejupo, Silvana fue más astuta y advirtió la trampa antes que yo. Votó por el Frepu o Izquierda Unida (no sé cómo se llamaban ahí) y aun recuerdo sus sabias palabras. "Si votás a Menem te vas a arrepentir".
Estuvo en el mega fiestón que hice cuando me recibí con el que sería años más tarde el padre de su hijo. Recuerdo cuando vino a mi casa a contarme que iba a ser mamá. Estaba enamorada de un tipo que no supo estar a la altura de las circunstancias. Criar a su hijo sola fue algo más de todo lo que en su vida hizo a fuerza de sacrificio. El mismo sacrificio que la llevó a ser escolta de bandera en un colegio de 1800 alumnos. Junto con Carlos y Marisa fueron los compañeros de secundaria que estuvieron en mi cumpleaños de 30 cuando yo era cheto y vivía por Palermo. Rindió satisfactoriamente un examen y entró en la vieja DGI donde trabajó como "sabueso" un buen tiempo. Se compró su auto y su casa cuando muchos de los que la teníamos servida estábamos lejos de poder hacer al menos una de esas cosas. Era temerosa cuando se largó a la calle con su Renault 4 pero para la época del Volkswagen ya se animaba a ir sola con su hijo manejando hasta Mar del Plata.
Ostentamos durante años el mote de "mejor amigo" del otro y atesoramos algunos secretos con exclusividad.
Una mañana del 2001 nos encontramos en el tren yendo a Constitución. A pesar de trabajar a tres cuadras el uno del otro en diferentes organismos del Estado Nacional nos veíamos menos. Nos dió una gran alegría vernos. Recuerdo que comentamos la decepeción que teníamos ambos por el gobierno del moderado señor del helicóptero del que tampoco habíamos esperado mucho. Fue esa nuestra última charla. A fin de ese año, justo para la época de los presidentes efímeros (que todavía tienen cara para hablar en público) Silvana sintió un fortísimo dolor de cabeza y decidió irse a una clínica. No pudo ni arrancar el auto y se desvaneció. Su hermano menor la llevó desesperado. Nada pudieron hacer los médicos. Su ACV fue letal. Recuerdo su velatorio y la cara de Iván, su hijo de apenas ocho años que quedó a cargo de su abuela materna la cual hoy lo cría en la casa que Silvana compró.
Tras el reencuentro de mi división Claudia dijo en un mail que ese encuentro le iba a resignificar la ausencia de Silvana. Y obvio que fue así. Está en el recuerdo de cada uno. A veces vuelve a ser mi interlocutora. Me imagino contándole mis cosas de hoy en día, mis secretos. Pienso como sería hablar de todo lo que hace diez años no existía. Apuesto a que pensaríamos igual sobre un montón de cosas. La mejor alumna, mi mejor amiga, se nos fue hace rato.