Hipo oso, oso, ico, per ico


Desde que estaba en la primaria que ya venía escuchando hístorias sobre Lamalia. Profesora de Química (de Merceología en mi caso) era famosa por ser la más exigente del colegio. Fue profesora de medio Lanús y continuó en la escuela hasta principios de este año en que, por fin, se jubiló. De edad indeterminada, anteojos, botas de esas para ir a la nieve entraba al aula y se acababa la joda. Tia de dos integrantes de la banda lanusense más exitosa año tras año circulaban historias sobre ella y su materia. Que era dificilísima, que no te daba libro sino que explicaba todo ella, que no convenía faltar a sus clases, que todos los días había lección, que aunque no hubieran pasado todos al frente podía llamar dos veces al mismo alumno en el mismo trimestre. Todo eso era cierto y más. Jamás te decía lo que te había puesto en la lección. Te enterabas cuando aparecía el boletín sacando la cuenta.
El primer dia de cuarto año miró la lista en silencio. Empezó por arriba y yo veía que su vista iba bajando cada vez más y temía. Su relación con mi hermano había sido pésima. Cuando llegó a la P su silencio se transformó en pregunta. Cuando me identifiqué me dice directamente: "espero que usted no sea igual que su hermano". Lamalia mostraba las uñas al comienzo de un largo año.
La segunda clase ya había lección. A quién llamó primero que a nadie Lamalia? A mi. Cuando a fin de mayo le faltaba llamar a tres o cuatro para completar la lista a quién le tomó lección de sorpresa Lamalia? A mi. A quien le tomó primero el segundo trimestre? Sí, también a mi. Me tiró con munición gruesa pero le resistí el embate y cerré con 9 de promedio en el primer trimestre. Igual sabía que no podía dormirme en los laureles.
Entre otras verdades que ciruculaban sobre Lamalia una la recuerdo patente de boca de Viscardi, vecina de enfrente de Fabiana, egresada del año anterior: "con Lamalia al principio todos contentos con 8, 9 y 10 pero a partir de sales en adelante empiezan a tener todos aplazos". Y así fue. El segundo trimestre con Lamalia empezaba la masacre. Mientras los ácidos y las bases estaban por separado todo bien pero su combinación resultaba explosiva y las notas empezaron a caer. Mi 9 se dió vuelta y se hizo un 6. Y así por toda el aula.
El día que empezaba el tercer trimestre Lamalia nos mandó a leer sobre el petroleo. La cosa era así. Ella tiraba el tema y vos lo leías del libro que quisieras pero tenías que estudiarlo. Yo me había comprado un buen libro pero el fin de semana ni pelota y ese dia salí de mi casa con la firme convicción de que se inciaba mi camino hacia Diciembre. Para evitarlo me rateé en solitario. Me perdí por Lanús Oeste y al mediodia me tomé el 520 en Villa Caraza y me vine de vuelta. A la tarde llamo a Eduardo y me dice que justo ese dia Lamalia no tomó lección.
Como pude mantuve otro 6 en el último trimestre y promedié un 7 exacto. Ese año Merceología se la llevaron todos menos esos que nunca se llevaban ninguna y yo.

Hace unos años me convocaron como jurado para el area Ciencias Sociales en la Feria de Ciencias del distrito. Grande fue mi alegría cuando supe que era en mi colegio. En un momento voy a saludar a Mabel a la secretaría y hablamos sobre algunos profesores. Le pregunté por ella y señalando por sobre mi hombro me dice que Lamalia estaba atrás mio. No la había reconocido sin sus anteojos que hacia un tiempo había dejado de usar. Me di a conocer. Me recordaba a mi tanto como a mi hermano. Le conté que entre otras cosas trabajaba como docente. Me intrigaba saber como hizo Lamalia para enfrentar la debacle de la educacion luego de la famosa reforma noventista. En un momento comparamos épocas y me dijo: "en su época jamás un padre iba a venir a cuestionar a un profesor por una nota que se sacó el hijo". Es cierto, pensé. Todo se fue al carajo y no fue por culpa de profesores como Lamalia que no te hacía nunca perder el eje de para qué se iba a la escuela.