La señorita Marisú


En tercer año tuve Física. Así le decíamos aunque la docente aclarara que la materia se llamaba "Elementos de Fisicoquímica". Lo cierto es que fue pura cinemática y calorimetría pero de química nada. Supuse que la iba a pasar relativamente bien ya que me habían dicho que la papa de la materia era aplicar formulas matemáticas a problemas, actividad que nunca me había dado mayor inconvemiente. Pero hubo algo que hizo que no disfrutara nada con Física. Ese algo fue, obviamente, la docente.
Nunca la conocimos como Señorita Marisú. Salvo la primera de la lista que la había tenido de maestra de primer grado en un colegio confesional del centro de Lanús que manejaba un cura berreta e hijo de puta. Para el resto era novedad esta señora que, como muchas de mis profesoras, era más joven que lo que su aspecto indicaba. Por unos meses la creímos embarazada pero no fue así. Era de las pocas que se acercaba hasta el fondo del aula mientras daba clase. La recuerdo apoyada contra la pared donde estaban los percheros, mirándole el vientre y especulando con que si me la llevaba a diciembre tal vez ella iba a estar de licencia. Soberbia, irónica, gozadora, nos miraba con desprecio, llamándonos con diminutivos. En sus clases no volaba una mosca y si detectaba quien la había hecho volar ahí venían las reprimendas para Eduardito, Marianito, Marcelita, etc. No le hice frente como a tantos otros y aun hoy sé que lo hice porque con ella la pelea hubiese sido hasta el final. Me banqué sus gozadas y sus, por entonces, escasos recursos pedagógicos. Arranqué con un 5 de promedio, levanté con un 8 en el segundo pero el tercero me calificó con un 2,50 que aun luce rojo en mi boletín. Me la llevé junto con otros 15. La mesa de diciembre fue una masacre a la que solo sobrevivimos dos: el cafiu y yo. Recuerdo que arrancó poniéndome en el pizarrón un problema de sumatoria de fuerzas y otro de conversion de grados centígrados a farenheit y la sorprendí resolviendo todo rápido y bien. La turra me tomó un ejercicio de poleas combinadas que durante la cursada no lo habíamos visto. Pero pude sobreponerme solo en base al uso de la razón. No olvidaré nunca su cara de disgusto. Había pasado el mediodía, me había tomado tanto como al resto y no le quedaba otra que aprobarme. No cometí errores en el exámen pero aun así me puso un mísero 4.
Hace poco la nombramos en una reunión de ex compañeros de división. Algunos ni la recordaban y hasta otros se sonrieron al recordar que su marido se apellidaba igual que María Elena y Dardo, los vecinos de los Argento en Casados con Hijos. Tiene un feibu de ella y otro donde la recuerdan. Ahí la califican de pesadilla y se leen cosas sobre gente que hoy odia a las matemáticas gracias a ella, uno que la aprobó después de la colimba pidiendo cambio de docente, y alguna que otra palabrita respetuosa. Tengo entendido que hoy es la directora de un colegio de Lomas que supo ser tan prestigioso como el mio y que se prepara para festejar su centenario. La señorita firma como "licenciada" y ha tenido algún que otro dolor de cabeza como le pasa a muchos directores. Tal vez con el tiempo haya aprendido a enseñar. Con asombro vi que actualmente da clases de Didáctica de la Matemática en un profesorado de educación inicial. Les enseñará a las jardineras a llamar a los chicos con el nombre en diminutivo?