La primera de la lista


Relacionarme con Adriana siempre me fue tarea dificil. Y esto iba más allá de la dificultad que muchos en mi división tenían. Porque, convengamos, yo no era el único que demostraba no estar capacitado para compartir con ella de otro modo. Tal vez era porque ella y yo éramos la más baja y el más alto del curso. Algunos adolescentes pueden ser muy crueles y yo a veces parecía proponérmelo con ella. Mis compañeros (no todos, claro) no se quedaban tan atrás. Se sentaba siempre en algunos de los primeros bancos por lo que una diversión grupal consistía en empujarla con banco y todo a través de una cadena en la que cada quien desplazaba el banco de adelante con los pies separándolo. Esto provocaba que quien estaba adelante, para el caso ella, quedara a centímetros del pizarrón. Solo en cuarto año me senté en su misma fila. La pesada bromita se repetía año tras año.
Su voz aguda y chillona era imitada por varios. Uno de ellos era mi amigo quien, además de ser el segundo de la lista, es su primo segundo. Entre él y yo se la hicimos dificil alguna vez. Adriana podría habernos acusado ante la preceptora o mejor aun ante la jefa de preceptores con quien nos profesábamos manifiestamente el mutuo odio. O por qué no directamente ante La Negra? Jamas lo hizo. Adriana tuvo en sus manos la llave para provocarnos una lluvia de amonestaciones a mi y a su primito. Pero como si por dentro dijera "perdónalos señor, no saben lo que hacen" nos la dejó pasar una y otra vez.
Creo que era la única de mis compañeros que había hecho la primaria en un colegio privado. Un confesional del centro lanusense donde tuvo de maestra en primer grado a quien fuera nuestra profesora de Física de tercer año.
Venía a la escuela en el auto de su papá. Un Renault conocido por todos como "el almentomovil". Su mamá, Alicia, una correcta señora que viajó a Bariloche con el curso y ya antes de firmar el contrato nos dejó claro a todos que no nos iba a molestar. Todos le agradecimos por eso. Y a nuestros padres les dijo que a quien iba a cuidar era a su hija. En Bariloche Alicia se portó de maravillas y se bancó estoica lo que significa compartir ese espacio con una division de secundario. El día que me rompí la ceja se encargó de verificar que yo estuviera bien y tras ver que quedaba en manos responsables fue con dos más a devolver la "ropa de nieve" de todos.
Dicen las malas lenguas que en primer año le recordó a un profesor que se había olvidado de tomar prueba. No puedo dar fe porque yo en primero no estaba.
Recién al volver de Bariloche logré con ella una mejor relación. Hace poco me recordó una anécdota que yo había olvidado. Uno de los últimos dias de quinto no recuerdo bien por què unos cuantos fuimos a la casa de María Teresa a la salida. Eran como diez cuadras, mediodía de diciembre, hacía mucho calor, el sol pegaba fuerte. Teresa, Adriana y yo caminábamos. En un momento la cargué a babuchas sobre mi espalda. No recuerdo bien por cuántas cuadras. Llegamos y Teresa me dio mucha agua. Hoy día Adriana recuerda agradecida mi cara colorada y transpirada.
Su buena costumbre de asistir regularmente a los encuentros de la division hace que la haya vuelto a ver varias veces ya. Fue por una casualidad compañera de trabajo de Marisa y más tarde entró a trabajar a una conocida empresa en su sede central cerquita de mi trabajo. Me la crucé un par de veces en la vertiginosa esquina de Perón y Diagonal Norte y es de esos pocos a los que se les puede decir "estás igual".

2 hablaron:

ANA dijo...
9 de diciembre de 2009, 9:11

Como olvidar las interminables maldades que le hacian a Adriana si yo era una de las pocas que la salvaba y le ponia los puntos a sus berdugos...Vivi, Teresa y yo siempre le brindabamos nuestro brazo para acompa;arla al kiosco en un recreo de cinco minutos,tiempo que me llevaba llegar solamente y encima no me daba ni un pedacito de su alfajor....
Ni hablar de cuando un dia vino una abalancha hacia nosotras y tipo tabla nos caimos juntas hacia atras, yo la queria levantar y ella con sus piernas rectas, en ves de levantarla patinaba y la deslizaba como haciendo surf ...jajajaja

nuncameolvidedeustedes dijo...
16 de diciembre de 2009, 15:09

Que más agregar, a lo ya dicho sobre Silvana, una excelente compañera.. otra de las que arrancó allá por Marzo del ´73 en la querida Escuela 18, compañeros por 11 años.
Sentí un dolor enorme el día que me enteré lo que había pasado, cuando nos reencontramos por primera vez con los chicos de la banda de 7mo A, cada vez que nos encontramos la recordamos con muchisimo cariño y brindamos también por ella.
Que decir... son esas personas a las cuales te cuesta creer que no esté entre nosotros... una verdadera pena.