Morbo


Cierto día durante cuarto año me quedé junto a varios en el aula durante el recreo. Recuerdo estar sentado con mi amigo rodeados nuestros bancos de compañeros. No sé si era algo relacionado con la agenda roja donde se contabilizaba la plata para Bariloche o si nos peleábamos por quien iba a las prendas de Feliz Domingo. Muy compenetrados estábamos hasta que entró alguien al aula contando a los gritos que en ese mismo instante había unas interesantess fotos en el baño de varones. Saltamos del banco y corrimos por todo el patio de la planta baja. Ni llegamos a entrar al baño que vimos salir a la mayoría de los varones de 5to 2da y de 4to 3ra que huían de los escandalosos gritos de la siniestra jefa de preceptores. Recuerdo que gritaba ella como solía hacerlo cuando estaba muy caliente. Cuando era obvio que ahí estaba poniendo una energía que restaba de algún otro lugar más placentero. Pero qué era eso tan malo y censurable que esta señora había visto? Contarlo hoy da risa. Apenas unas fotos en "traje de baño" de las chicas del momento (Adriana Brodsky y Noemí Alan, creo) y un cartelito que decía algo así como "se solicitan señoritas....".
Lo gravísimo de este hecho parece que ameritaba la intervención de las autoridades y no solo se trataría de una reprimenda. Había SEXO de por medio (o no?) y para dos de las mujeres que conducían el colegio esto era algo...... morboso!. Para ellas no podía ser de otro modo. Sus sentimientos religiosos eran muy fuertes y si bien se trataba de un colegio estatal ellas anteponían sus convicciones ante todo.
Cuando investigaron cómo tamaña inmoralidad llegó a ser perpetrada advirtieron que un cajón de madera en el patio estaba lleno de papeles de diario que habíamos juntado para ayudar a la Escuela 258 de Campo Ramón, Misiones. Entre tanto papel había algunos ejemplares de una revista que un compeñero dice que era la "Esto" aunque yo creo que era otra.
Una ex monja que era vicerrectora del colegio nos dio un sermón en el aula. Había sido profesora de Formación Moral y Cívica de mis compañeros en primer año pero para mi su discurso era extraño. Aun cuando el pecado se había cometido en el baño de varones el sermón tuvo que ser escuchado por todo el curso. Lo que más nos quedó fijado a todos fue la palabra "morbo". La señorita con nombre de flor (pero cuya "flor" permanecía intacta) mostró fuerte la hilacha de su ignorancia asociando sexo con enfermedad. Porque en definitiva morboso quiere decir enfermo. Repetía una y otra vez "morboso" y muchos bajaban la vista y hacían esfuerzo para contener la risa. Durante semanas la nueva palabrita se puso de moda en la división.
El ejemplar castigo constó de una pila de amonestaciones para todos los varones. Sí, para todos. Los que no habíamos ni llegado a entrar al baño también. Seguramente pensaban (y ahí no se equivocaban) que el solo imaginar una foto de la bebota causaba tanto "daño" como tenerla ante los ojos. Y sí. La fantasía todo lo puede señorita.

Música del alma



Durante segundo, tercer y cuarto año, buscado o no, me senté a no más de un banco de diferencia de dos compañeros. El Cafiu fue uno de ellos.
Poseedor de uno de los nombres más representativos de mi generación tiene un apodo que es lo que quedó tras sucesivas deformaciones de "fuhrer" que, según me contaron, en 7mo A de la primaria 18 cada uno lo pronunciaba como le parecía. De hecho en segundo año yo llegué a escuchar a alguno que otro referise a Marcelo como Cafiuler.
En aquel segundo año muchos varones seguíamos teniendo algo de "nenes". El Cafiu no. Ya era un adolescente fumador, rebelde y con barba. Inteligente, pensante, gran jugador de TEG.
Tras mi primer recreo en el colegio supe que èl sería uno de mis interlocutores en más de un tópico. Y así fue. A poco de comenzadas las clases hubo que hacer algo en equipo y conocí su casa junto con la de Lancha, su inseparable compañero de los primeros años con quien ya venían juntos de la primaria. Grande fue mi sorpresa cuando al entrar a su living vi algo que también había en el mio: un piano! Es que a él es inevitable asociarlo con la música. Conocía toda la discografía rockera editada hasta aquellos momentos. Recuerdo todavía cuando vino él a mi casa por primera vez cómo miró con detalle la batea de discos. Hacía comentarios, daba datos. Es que con el tema supo hacer docencia. A más de uno le explicaba quienes eran los hombres de hierro de los que hablaba León Gieco, o que se escondía detrás de la letra de Canción de Alicia en el País. Sensible, intelectual, fue uno de los pocos a los que en tercero les regalé el libro que mi papá publicó ese año. Aun lo conserva autografiado.
Fue testigo directo del memorable cachetazo que me propinó el pequeño profesor de Castellano. Allí donde relaté ese episodio me dejó un grato comentario recordándome que él también ha leido a Lorca más allá del Romance de la luna luna que puede, también, recitar de memoria.
Era de los pocos compañeros que no elegía handball en Educación Física.
En segundo lo tuve a la izquierda, en tercero adelante y en cuarto año se sentaba atrás mio. Ese año formó parte fundamental del copamiento del periódico por parte de mi división. Aunque él ya venía publicando notas sobre Música Nacional año tras año. Como además de tener piano en casa los dos también teníamos máquina de escribir los originales también fueron tipeados por él en más de una oportunidad. En mi hoja de dedicatorias de fin de año de 1983 me escribió:

Tenés quince amonestaciones por plomo. Por tu culpa me cagó a pedos Marta. Tu cabeza me tapó el pizarrón todo el año. En sintesis, no te banco más. Me tenés re podrido. Felices vacaciones. Hasta al año que viene. Que en paz descanses (en las vacaciones).
PD: El próximo año seguí en el periódico o ese simulacro de bosquejo oficialoide.
PD2: Devolveme a David, chorro!




Cuando hace poco le leí esas palabras por teléfono me dijo: "pero Marian, yo te quiero" como esas veces en las que nos reconocemos diferentes al adolescente que fuimos. Lo cierto es que como dice la segunda post data yo tenía la costumbre de, en los intercambios, quedarme con sus discos. Uno de ellos se le devolví hace apenas unos meses. Lo conservé por años sabiendo que no era mio pero sin saber de quién era. Todos ese tiempo él supo que yo lo tenía.
Lo extrañé mucho al inicio de quinto año. Junto conmigo fue de los que sacó un número en el sorteo del Servicio Militar de esos que eran siónimos de Marina, pero su "bella vista" le fue útil a la hora de quedar exceptuado.
Reencontrarme con él fue por demás grato. De todos modos tampoco anduvimos totalmente perdidos estos años. La política, algunas reuniones y la muerte de Silvana nos volvieron a cruzar. Recuerda tantos o más datos de los que recuerdo yo sobre nuestra historia del secundario y sé que él podrá terminar de contarla si yo no lo hago. Sus aportes me ayudaron en más de una oportunidad y un dia del año pasado me senté junto a él lapicera en mano y lo hice de hablar de aquello que yo no recordaba. Empezaron a surgir montones de recuerdos y me dieron tremendas ganas de volver a todos.
El Cafiu es único. Un compañero bueno y necesario. De esos que es maravilloso tener en un grupo. Y yo tuve la suerte de ser su compañero.