Siempre fuimos compañeros


Escribir sobre Flavio se me vuelve el mismo desafío que escribir sobre Marisa o sobre Silvana. Es querer hablar de aquello que culminó en 1984 cuando en realidad la gran mayoría de los recuerdos son de cosas que vinieron después.Fue de los primeros que se acercó a socializar durante mi primer dia de clase en segundo. Alto y ruliento como yo siempre fue bueno para los deportes, tanto para el distendido futbol como para el obligado handbol. También integró el "dream team" que ganó la prenda Sumando en Equipo en Feliz Domingo en enero del 84. Y más allá de eso también hacía punta desde lo intelectual. Sobran los dedos de una mano para contar cuántas materias se llevó a lo largo de los cinco años y hasta tengo la sospecha de que, en realidad, nunca se llevó ninguna.
Tesorero de la "guita grande" de nuestro fondo para el viaje a Bariloche era quien finalmente se llevaba la plata de las entradas de Bon Ami, rifas y aportes mensuales para dárselas a su papá que por entonces trabajaba en el Banco de Italia. Todo terminaba en un plazo fijo del que conservo un par de talones.
Viniendo yo de un colegio donde todos viajaban a Miami me sentí cómodo al tener en el curso compañeros como él con los que podía hablar de política o de música sin sentir que estaba ante un extraño sino todo lo contrario. Recuerdo que para el final de tercero y todo cuarto, levantamiento de la veda política mediante, haberlo escuchado una y otra vez decir en voz alta cosas similares a las que decía yo cuando se hablaba de los milicos, los partidos políticos, los militantes populares, etc. Tengo patente la imagen de Flavio discutiendo con un profesor de Derecho Usual llamado Hiracio que defendía al partido de centroderecha en el que militaba.
Al comenzar quinto año, cuando mi división fue obligada a partirse en dos, tuvo la entereza que a muchos otros nos faltó. En un feo momento, en el que estabamos en la sala de profesores mientras se esperaba que nosotros solos resolviéramos quiénes iban a 5to 1ra y quiénes a 5to 2da, tuvo la serenidad suficiente como para salir del enojo y el inmovilismo en el que casi todo el curso estaba. Hizo lo que todos debíamos pero nadie quería. Comenzó el armado del grupo minoritario que debía ir a 5to 1ra y ese fue el inicio de la "solución" que le dimos a un tema que, de haber persistido en nuestra bronca, hubiera sido resuelto (seguramente peor) por las autoridades del colegio. Su ingreso a un curso donde la política no era moneda corriente lo llevó a convertirse en delegado al Centro de Estudiantes, lugar donde estuve con él representando yo al otro quinto.
Tras egresar del colegio nos incorporamos casi al unísono a la patota del doctor en el viejo local de 29 de Septiembre junto con Silvana y la hermana de Marisa. La mayoría de mis recuerdos de los inicios en la militancia política los tengo junto a él: el acto del Luna Park en septiembre de 1985 (donde se constituyó la base de nuestro grupo militante de años), nuestras primeras Convenciones partidarias, el momento en que nos eligieron para integrar la mesa directiva de la Juventud lanusense del partido con apenas 20 años cada uno, la decepción en las elecciones del 87, el momento en que nos peleamos "con los viejos" y abrimos un nuevo comité dirigido por jóvenes, la noche en que ese comitè se nos prendiò fuego, etc
De esas épocas guardo la imagen de un Flavio devastado en el pasillo de la Clínica Modelo mientras su mamá, demasiado joven para morirse, la peleaba sin éxito en una de las habitaciones. Conoció por esas épocas a su esposa, una compañera (también militante) que a montones de chicos lanusenses les enseñó y enseña Lengua (aunque no lo hace a los cachetazos).
A fines de los 80 dejé de verlo con tanta frecuencia porque me alejé un poco del partido. En esa época de reposicionamientos fue de los pocos que perseveró en tratar de conseguir nuestros objetivos y luego de la reforma constitucional del 94 fue quien me animó a volver. Tengo el recuerdo de estar con él por Arias (la calle del colegio) una noche donde me hablaba de todo lo que se venía por delante mientras pegaba carteles que decían "Bordón presidente". Candidato a concejal en más de una oportunidad la peleó y la pelea en condiciones adversas. No vive de la política y ese es tal vez el fiel reflejo de que, como yo, la lleva en el alma. Como a muchos "progres" nuestra posición respecto del peronismo nos ha llevado a afiebradas discusiones o a amables coincidencias. Siempre en el marco del sano disenso, ja! Y sabiendo, además, que con solo consultar un maravilloso librito llamado Aportes para el Proyecto Nacional (que escribieron los convencionales de nuestro partido cuando Flavio y yo terminábamos tercer grado de primaria), se nos despeja a ambos cualquier duda ideológica. Dentro de nuestro partido es una referencia ineludible no solo de Lanùs sino de la zona sur y siempre le es reconocido el haber mantenido viva la estructura partidaria aun siendo muy joven. De ahí que, aun hoy, se hable en el PI de "los chicos de Lanús".
No recuerdo de qué cuadro era hincha en nuestra secundaria pero con el tiempo su pasión se inclinó por el color granate.
Es uno más de ese selecto grupo de dos o tres con el que no me voy a "re encontrar" ya que nunca nos hemos perdido demasiado. Tenemos amigos y compañeros de militancia en común. Mucha de esa gente ha escuchado más de una vez la historia de la "división intransigente" en el colegio de Lanús.
Más allá de las diferencias transitorias que, por nimiedades, hemos tenido, sé que siempre Flavio estará ahì. Luchando por sus ideales, que también son los mios. La patria grande que San Martín y Bolivar soñaron. La que Yrigoyen soñó para mis abuelos y Perón para mis padres. La que Alende nos enseñó a él y a mi. Y a la que él y yo queremos ver con la riqueza, la cultura y el poder socializados.