Que noche la de Bariloche


Al contratar el viaje a Bariloche con nuestros compañeros negociamos con el promotor algo atípico. Conseguimos entradas gratis para ir a bailar las seis noches. Esto hizo que las noches tuvieran siempre la posibilidad de cierta cosa vertiginosa que un boliche suele aportar.
La primera de las noches fuimos a un boliche clásico barilochense. Un embole. Aburrido. Le intentamos poner voluntad pero no hubo caso. La mayoría tomó la consumición y se fue.
La segunda noche nuestros compañeros de micro del colegio montegrandense también venían a bailar. Así que muchos hicimos previa en su hotel (el "Tito") y de ahì arrancamos a Feet Up, un boliche que no me queda claro si aun existe. Eso sí que se llamó ir a bailar en serio. Un montón de gente, todos bailando juntos, coreando el nombre del colegio en el medio de Hay que salir del agujero interior, bebiendo moderada y responsablemente. Era verdad que ir a Bariloche estaba buenísimo y entre la tarde en el Cerro Otto y la noche en el boliche lo estábamos comprobando.
La tercer noche hubo un par que desistieron. El día en el Catedral planchó a algunos y además volvíamos al aburrido boliche de la primera noche. Pero en esta segunda oportunidad la cosa estuvo mejor. Muchos se quedaron hasta tarde incluidos Carlos, Eduardo y los Gustavos que la remataron haciendo after hour en el hotel donde estaban los de 5to 1ra.
La cuarta noche, noche de miércoles, es recordada por mis compañeros de dos maneras distintas. La "noche del pedo" o bien la "noche del quilombo". Fuimos a bailar a un boliche que se había inaugurado hacía apenas un año. Las pocas referencias que teníamos era que el lugar estaba bárbaro. Lo cierto es que esa noche hubimos unos cuantos que le entramos duro a la bebida blanca. Por aquellas épocas mi fiel y sana bebida digestiva de años no era consumida casi por la gente joven por lo que su sabor me era desconocido. Arranqué la noche tomando una de mis porquerías favoritas de aquellos años. Además de esa recuerdo haber bebido sorbos de otras seis cosas diferentes. Una de ellas me la consumì solito, y así me fue. Quien sería mi posterior compañero de militancia le había dado a la caña y así quedó también. Creo que pasaron esa noche todos los temas de mi top ten bolichero. Bailé y bailé. Pasadas las cinco de la mañana venía barranca abajo y con Marisa, Teresa, Graciela y un par más nos fuimos para el hotel. El fresquito de la madrugada pegaba fuerte y la mezcla etílica había empezado a hacer estragos. Mis recuerdos son confusos. Mis compañeros lo describen diciendo que tuve un ataque de nervios. Grité. O mejor dicho les grité. Porque lo que recuerdo es haber cagado a pedos a todos. Hice reclamos, pasé viejas facturas y hasta a un compañero que esa noche se peleó con otro le enrostré que había viajado gracias al pasaje "liberado" que el grupo disponía. Fea actitud. Paralelamente una compañera puso fin al llanto gracias a que "lanzó" luego de un café con cenizas. Mi pieza había sido dada vuelta por unos vándalos de la pieza 10 (que se terminaron peleando entre ellos) y no recuerdo si antes o después de mi episodio de exitación psicomotriz jodíamos con Carlos a que nos tirábamos por la ventana, hecho que alarmó al resto que creyó ver una incipiente conducta suicida. Los pocos que estaban sobrios no daban abasto subiendo y bajando las escaleras mientras atendían compañeros descompuestos, separaban a los que se peleaban. Paula y Daniel se hicieron cargo de mi. Los recuerdo ya de día. Yo sentado en un cantero en la vereda al lado del hotel. Miraba el lago, había sol. Cada tanto salía alguien a preguntarles si todo andaba bien. Me dijeron esas cosas que se les dicen a los borrachos para que se calmen. Me llenaron de elogios y me pidieron que no me preocupara. El viaje era un éxito y esa noche también lo fue.
La noche siguiente para mi empezó distinta. Por la tarde me había roto la ceja en Piedras Blancas así que esa noche no fui a bailar. En el hotel se cortó la luz y todo era jolgorio. Para resguardarme las chicas de la pieza 2 me atendieron. Me acostaron en la cama de Silvana, Viviana me prestó un pulover, Graciela y Liliana me fueron a comprar un antiinflamatorio. Me trajeron un té y esa noche descansé lo que no había descansado en todo el viaje. Dormì ocho horas. Mis compañeros fueron otra vez a Feet Up aunque esta vez parece que no la pasaron tan bien. Temprano ya había varios en el hotel. Yo casi ni me enteré gracias al calmante.
Al otro dia mi estado no era el mejor pero no me podía perder la última noche en la disco de las múltiples pistas y escaleras. Había estado todo el dia con unos anteojos de sol que alguien me prestó para disimular el golpe. Mis compañeras me taparon el moretón con maquillaje para ojeras y fui a bailar. Estaba medio boleado y con los lentes no veía un pomo. Igual fui. Era la última noche de mi viaje de egresados. Un viaje donde los ex cuarto segunda fuimos los reyes de la noche.

1 hablaron:

Anónimo dijo...
25 de noviembre de 2009, 23:20

eltiemponopasa:
egresado, hay datos de ese día que no coinciden.
¿Cómo puede acordarse de quiénes se hicieron cargo de Ud. si cuando comenzó a salir el sol, estaba casi inconciente, durmiendo, superando los malos momentos de esa noche?.
¡Cómo olvidar cuándo hizo el amague de quererse tirar por la ventana, si del miedo quedé paralizada!!!!(recordemos que tenía 16 años!).
Jamás terminé con Ud. sentada en la vereda del hotel!
Qué nochecita, terrible,imposible de olvidar!!!!