Amputación de miembros


Empezaba 1982 y desde el año anterior, dada la inauguración del edificio nuevo, la matrícula del colegio crecía exponencialmente. Mientras mi división quedaba en el turno mañana 3ro 1ra volvía al vespertino. Eso sí. Algunos preferían no volver a la nocturna (Trepuila, Oliveras, etc) así que con ese grupo más todos los “nuevos”, que ese año era muchos, se creó un 3ro 3ra. Pero qué pasaba con ese curso que nacía a mitad de camino? Tenía pocos alumnos. Y como remediarlo?
Las autoridades del colegio en esa época carecían del más mínimo conocimiento en Psicología Institucional y solucionaron el problema, que ellos mismos habían generado, de una manera quirúrgica. Nos reunieron en un aula y nos plantearon que debíamos dividirnos y solicitaban voluntarios para irse del curso, ja! Minga! Quién se iba a querer ir de su propia división? Nadie. Entonces, qué hizo la “señorita”? Tomó la lista y la empezó a leer por arriba. Si bien mi apellido empieza con P empecé a temblar desde el primer momento. Estaba convencido que dada mi performance en “conducta” durante el año anterior yo iba a ser claramente elegido para el destierro. Pensaba en lo que me había costado adaptarme al otro colegio en 1er año. En lo traumático que había sido en principio la noticia del cambio para 2do y ahora tenía que pasar por esto.
Será que esta vieja hija de puta goza haciéndome sufrir? Y ahí estaba la señorita recorriendo las primeras letras. Yo pensaba que se iba a ensañar con otros de “mala conducta” pero el primer apellido que dijo me sorprendió: Badamo. Uh! Menos mal que con ella me llevo bien, pensé. Ya daba por sentado que íbamos a ser compañeros en el nuevo curso. La señorita seguía mirando la lista y cada tanto levantaba la vista y nos miraba. Yo quería que la tierra me tragara. Pensaba que no hacia falta que llegara a la P. Que en cuanto me viera me iba a clavar su siniestra mirada en mis ojos y me iba a dar la orden. La señorita le ofreció a Badamo irse con una compañera y no recuerdo si tuvo que sugerir otro apellido más pero lo cierto es que al toque salió todo un grupo en fila: Nancy García, mi amada Lidia y un par más. La tortura seguía: K, L, M, N….. Oliva! Bueh! Había faltado y no se podía oponer. Cuando se reintegró se enteró que ahora su division era otra. Se fue el chino también. Aunque prometiendo que seguiría siendo parte del grupo. Y cumplió todo lo que pudo.

Cuando la sencilla ceremonia de amputación llegó a su fin sentí que “me volvía el alma al cuerpo” como quien dice. Zafé. El bullicioso curso de más de cuarenta se había transformado en un grupo más pequeño, más compacto, más homogéneo. Ahí todo quedó claro: ESTOS eran mis compañeros!!

1 hablaron:

Anónimo dijo...
4 de noviembre de 2009, 12:45

eltiemponopasa:
¡Cómo envidio su memoria!, no me acordaba para nada de ésta traumática separación!, ni idea de cómo y por qué se habían ido algunos compañeros a otra división...