Hay un dato que aun cuando mi memoria me dice que no es cierto varios compañeros se encargan de recordarme que es verdad: los cuatro años en mi colegio tuve siempre al mismo profesor de Geografía. Tengo recuerdos de sus clases tanto en segundo como en cuarto y en quinto. Pero no tengo ni un solo dato sobre tercero. Voy a confiar en lo que me dicen.
En mi otro colegio había tenido un arranque casi perfecto con la materia. Tras un bajón de mitad de año cerré con promedio final de 7.83, nada mal. Mi primer boletín de segundo año trajo la novedad no solo de varias notas por debajo del siete sino que en dos materias (Contabilidad y Geografía) me había quedado un 4. Contabilidad vaya y pase. Pero en Geografía yo mismo lo tomaba como algo preocupante.
El profesor era bajo de estatura pero corpulento. Cierto aire compadrón al caminar. Era otro de los que había sido profesor de mi hermano pero, por suerte, de los que no lo recordaban mal. Tenía muchas horas tanto en nuestro colegio como en el industrial de la otra cuadra. Allí solía protagonizar escenas de pugilato con los alumnos a los que algunas cositas no les quedaban claras y proponían resolver la disputa yéndose a las manos. A diferencia del profesor que me pegó una bofetada adentro del aula (con esa asimetría cualquiera se hace el malo!) este profesor podía enfrentar a golpes a un alumno pero siempre fuera del ámbito escolar . Si algún alumno osado lo proponía él recogía el guante.
Sobre finales de segundo año pidió licencia en mi curso y fue reemplazado por una profesora que se llamaba Pedeflux o algo así. Las diferencias de ésta con mi profesor provocaron alguna que otra risa entre mis compañeros. Cuando esta docente llegó mi suerte ya hacía rato estaba echada. Indefectiblemente me iba a diciembre ya que solo me salvaba sacándome un 11.50, ja! La profesora pidió voluntarios para preparar clases especiales sobre algunos paises europeos y tuve dos segundos de lucidez para ofrecerme. Mi cálculo especulativo era el siguiente: elijo un tema, lo preparo y lo doy, la docente se va a compadecer de mi situación y en la mesa de diciembre tendré trato preferencial. Solo estaba obviando un detalle y es que era muy probable que el profesor estuviera para la mesa de dicembre.
Elegí "Grecia" como tema. Mi hermano en su niñez se divertía escribiendo cartas a las embajadas pidiendo mapas y folletería así que tenía material de sobra para hacer una buena presentación. Además, supe después, la profesora era una copada de la cultura helénica así que todo cerró maravillosamente y me saqué un 10 hablando de Macedonia, el Mar Egeo y el Peloponeso. Cuando me iba a poner la nota la señora miró la libreta y me dijo con tristeza "pero vos ya te la llevás". Puse cara de pobrecito y asentí con la cabeza. Al presentarme en diciembre recibì antes de entrar al colegio una noticia maravillosa. El profesor, que iba a estar presente en el examen, había tenido el dia anterior con los de sexto año del industrial una tarde dificil que había culminado en una "riña callejera" con público y todo. Los moretones en la cara hicieron que el tipo se tomara el día asì que era cuestión de convencer a Pedeflux de que yo debía ser aprobado. Aun cuando sabía poco y nada.
La mesa de Geografía de segundo fue terrible. Fui el primero y único en ser aprobado de los casi doce o trece que éramos. Preparé Grecia como tema (muy trucho lo mio), la suerte me ayudó para que me pregunten sobre el Danubio (que apenas lo había estudiado) y con la ayudita de la profesora salí airoso con un cuatro.
Nada recuerdo de Geografía de tercero. Solo tengo el dato de que arranqué con un 4.50 y sin embargo no me la llevé. En cuarto la cosa, al menos para mi, cambió ya que el programa era sobre Geografía Argentina, algo que toda la vida me apasionó. Mucho de lo que allí se enseñaba yo no necesitaba aprenderlo porque ya lo sabía. No obstante eso precisaba un 9.50 en el último trimestre que este profesor, que no regalaba nada, me puso. En quinto, a pesar de que Geografía Económica me aburría un poco, tuve un rendmiento regular y sin altibajos. Conservo sus últimas pruebas a las que miro con cierta extrañeza. No entiendo cómo alguna vez tuve la respuesta para preguntas sobre el trigo y el maíz.
Su tìpico movimiento con la mano, abriendo pulgar e índice y haciéndolos girar, era su marca registrada. Sin ser un autoritario (ni replicando, como otros, el "espíritu" de la dictadura) este tipo se hacía respetar y no desde el lugar del miedo.
Me intriga saber cómo se las habrá arreglado con ciertos efectos de la posmodernidad como papás que se enojan con el profesor por las malas notas del hijo, alumnos que no compran el libro, el constante desafío a la autoridad del docente, etc. Si en esa tarea le tuvo que poner un castañazo a alguno desde acá lo perdono.