Si existiera la posibilidad de revivir un año de secundaria sin duda sería cuarto año. Para mi gusto, y el de muchos de mis compañeros, fue "el" año de nuestra secundaria. Ya no éramos tan niños aunque todavía teníamos mucho por hacer en el colegio. Nuestras energías adolescentes se combinaban con un contexto social por demás esperanzador. Los milicos estaban en plena retirada aunque nos quedaba claro que el deseo de la rectoría era vivir hasta el último día el clima de dictadura al que estabamos acostumbrados tanto dentro como fuera del colegio.
El pase de tercero a cuarto fue normal. No hubo repetidores aunque más de uno cargó con previas ya que en Instrucción Cívica, Matemáticas, Física y (como cada año) Contabilidad hubo linda masacre. Aun así pasamos todos de año. Una compañera, integrante de una dinastía cuyo apellido se repetía una y otra vez en diferentes divisiones, decidió motu proprio cambiarse al injertado 4to 3ra; baja que nadie lamentó.
Fue el año de la llegada de Carlos, del paso de el Orge por nuestro grupo, de Juancho Benitez (en la foto a la derecha del Cafiu). Epocas en que Ana María escribía de queruza interminables cartas con destino Comodoro Rivadavia. Fue el año en que Digrandi olvidó el apellido de Claudia y la llamó "carboncito". Año en que la rectoría cambió de lugar y allí fuimos nosotros estrenando la primera de las aulas de planta baja que dan sobre la calle Arias. Resbaloso estaba el piso, ya que hasta una semana antes de nuestra llegada lo seguían lustrando para el delite de La Señorita.
La veda polìtica ya estaba levantada y fue ahí, en 1983, en que empecé a involucrarme (al principio solo desde el discurso) con una de mis grandes pasiones: la política. Nunca olvidaré dos hechos significativos. El primero tiene que ver con el primer paro docente que se le hizo a la dictadura. Hasta el dia anterior todos especulábamos con qué pasaría. Se animarían nuestros profesores? En la primer hora teníamos Matemáticas, con la D´arrigo. Ella entró y como si nada empezó a dar clases: ecuaciones, inecuaciones, números imaginarios, logaritmos y de repente aparece Cuniglio, nuestro ex profesor de biología. La llamó un segundo aparte fuera del aula. Desde la ventana interna mirábamos intentando adivinar qué cosas se decían. Cuniglio gesticulaba, señalaba hacia las otras aulas y D´arrigo bajó la vista y entró al aula. Agarró sus cosas y dijo: "me adhiero al paro". Estallamos todos en gritos y aplausos. No solo era zafar de un dia de clases; ese paro significaba mucho más. El otro recuerdo político tiene que ver con mi querida patota del doctor. Un inolvidable profesor de geografía (no sé si me explico) los hacia "votar" a sus alumnos (costumbre que yo practico hoy en día con mis propios alumnos). Su voto para el retorno de la democracia fue a Alfonsín para presidente y el resto de la boleta al PI, donde estaba su corazoncito ideológico. Comentó que en todos los cursos el resultado era similar: el PJ y la UCR disputándose la punta y muy atrás, en tercer lugar, el PI. En mi cuarto segunda las cosas no eran igual que en el resto de los cursos. Se dió una situación que bien podría ser descripta como un triple empate pero dada la performance del PI podemos decir que hubo un claro ganador: 9 votos para el PI (entre ellos el de Flavio, Silvana, Marisa, el Cafiu, yo), 8 para la UCR y 7 el PJ. Tanto me marcó ese hecho que es el dia de hoy que lo sigo contando orgulloso entre mis compañeros de militancia.
Pasaron otras cosas vertiginosas: contratamos el viaje a Bariloche, nos dieron la primer fecha para participar en Feliz Domingo, siete de nosotros estuvimos en el periódico de la escuela (siete entre once, nada mal), fuimos unos cuantos en grupo con la preceptora a ver La República Perdida al desparecido cine Sarmiento (con posterior presencia del candidato Alfonsin en Pavón y 25 de Mayo). Fue el año donde cada dos por tres habia motivos para cantar: "Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar", que dentro del colegio solía ser modificada como "la dictadura escolar"
Exceptuando el viaje a Bariloche creo que cuarto año fue el summum de la unión grupal. Estabamos "todos", sin paredes divisorias, sin repetidores que lamentar, con una identidad que cada dia se hacía más clara.
El pase de tercero a cuarto fue normal. No hubo repetidores aunque más de uno cargó con previas ya que en Instrucción Cívica, Matemáticas, Física y (como cada año) Contabilidad hubo linda masacre. Aun así pasamos todos de año. Una compañera, integrante de una dinastía cuyo apellido se repetía una y otra vez en diferentes divisiones, decidió motu proprio cambiarse al injertado 4to 3ra; baja que nadie lamentó.
Fue el año de la llegada de Carlos, del paso de el Orge por nuestro grupo, de Juancho Benitez (en la foto a la derecha del Cafiu). Epocas en que Ana María escribía de queruza interminables cartas con destino Comodoro Rivadavia. Fue el año en que Digrandi olvidó el apellido de Claudia y la llamó "carboncito". Año en que la rectoría cambió de lugar y allí fuimos nosotros estrenando la primera de las aulas de planta baja que dan sobre la calle Arias. Resbaloso estaba el piso, ya que hasta una semana antes de nuestra llegada lo seguían lustrando para el delite de La Señorita.
La veda polìtica ya estaba levantada y fue ahí, en 1983, en que empecé a involucrarme (al principio solo desde el discurso) con una de mis grandes pasiones: la política. Nunca olvidaré dos hechos significativos. El primero tiene que ver con el primer paro docente que se le hizo a la dictadura. Hasta el dia anterior todos especulábamos con qué pasaría. Se animarían nuestros profesores? En la primer hora teníamos Matemáticas, con la D´arrigo. Ella entró y como si nada empezó a dar clases: ecuaciones, inecuaciones, números imaginarios, logaritmos y de repente aparece Cuniglio, nuestro ex profesor de biología. La llamó un segundo aparte fuera del aula. Desde la ventana interna mirábamos intentando adivinar qué cosas se decían. Cuniglio gesticulaba, señalaba hacia las otras aulas y D´arrigo bajó la vista y entró al aula. Agarró sus cosas y dijo: "me adhiero al paro". Estallamos todos en gritos y aplausos. No solo era zafar de un dia de clases; ese paro significaba mucho más. El otro recuerdo político tiene que ver con mi querida patota del doctor. Un inolvidable profesor de geografía (no sé si me explico) los hacia "votar" a sus alumnos (costumbre que yo practico hoy en día con mis propios alumnos). Su voto para el retorno de la democracia fue a Alfonsín para presidente y el resto de la boleta al PI, donde estaba su corazoncito ideológico. Comentó que en todos los cursos el resultado era similar: el PJ y la UCR disputándose la punta y muy atrás, en tercer lugar, el PI. En mi cuarto segunda las cosas no eran igual que en el resto de los cursos. Se dió una situación que bien podría ser descripta como un triple empate pero dada la performance del PI podemos decir que hubo un claro ganador: 9 votos para el PI (entre ellos el de Flavio, Silvana, Marisa, el Cafiu, yo), 8 para la UCR y 7 el PJ. Tanto me marcó ese hecho que es el dia de hoy que lo sigo contando orgulloso entre mis compañeros de militancia.
Pasaron otras cosas vertiginosas: contratamos el viaje a Bariloche, nos dieron la primer fecha para participar en Feliz Domingo, siete de nosotros estuvimos en el periódico de la escuela (siete entre once, nada mal), fuimos unos cuantos en grupo con la preceptora a ver La República Perdida al desparecido cine Sarmiento (con posterior presencia del candidato Alfonsin en Pavón y 25 de Mayo). Fue el año donde cada dos por tres habia motivos para cantar: "Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar", que dentro del colegio solía ser modificada como "la dictadura escolar"
Exceptuando el viaje a Bariloche creo que cuarto año fue el summum de la unión grupal. Estabamos "todos", sin paredes divisorias, sin repetidores que lamentar, con una identidad que cada dia se hacía más clara.
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