La ida
El viaje a Bariloche tuvo una previa de más de un año. Casi dos, podría decir, considerando que ya en 3er año habíamos comenzado a vender entradas para Bon Ami para ir juntando pesito sobre pesito. A veces creo que los viajes de egresados sirven para retener matrícula en los colegios, como aliciente para que los alumnos no abandonden.
En el caso de mi curso la fecha estaba determinada desde el momento mismo del contrato. El colegio, a contramano de sus alumnos una vez más, amenazaba con dobles faltas acumulativas a los que osaban contratar el viaje para fuera de las vacaciones de invierno y solo autorizaba faltar dos dias. En épocas en que todos los feriados eran inamovibles fue cuestión de observar detenidamente el calendario para concluir en que lo mejor era usar la segunda semana de agosto. El 17 caía viernes e iba a ser feriado así que de los cuatro días de esa corta semana dos estaban autorizados y con los otros dos nos comprometimos entre todos a tratar de faltar poco para contrarrestar el peso de dos dobles faltas que se nos venían. Fue así como nació la idea de salir el sábado 11 de agosto y regresar el domingo siguiente. Nuestra original idea le fue sugerida por la empresa más tarde a otras dos divisiones.
Aquel 11 de agosto fui hasta la escuela con Eduardo, el padre nos llevó en el Falcon. Llegamos casi primeros cuando todavía no había amanecido. Me acuerdo de estar en la puerta del colegio con una ansiedad tal que no caminaba, volaba. Llegó el primer micro y todos se fueron al humo. El "coordinador" dijo el nombre de la pasajera número 1 (Marisa) y ahì empezamos a subirnos. Luego de las despedidas nos avisa que teníamos que pasar por Monte Grande a buscar a otro colegio que nos iba a acompañar. Nos dijo que no nos preocupáramos, que eran solo 12 pasajeros así que iba a haber lugar en el micro. Nos aclaró que también era un colegio mixto y estatal.
A poco de subir el otro colegio empezamos con el intercambio. El primer tema de conversaciòn fue Feliz Domingo ya que ambos grupos habíamos estado recientemente y ellos nos reconocieron por el buzo de egresados que todos llevábamos puesto.
Saladillo, Juan J, Paso, Santa Rosa. Esas fueron las tres paradas del dia. Felicidad absoluta. Cruzamos La Pampa por la Ruta del Desierto que había sido inaugurada hacía poco. Todo el viaje comiendo alfajores y chocolates que el papá de Gustavo el menor nos había regalado. Además de un importante cargamento de alcohol que habíamos comprado en el Disco y que custodiábamos en los últimos asientos. Programamos un baile para las diez de la noche pero quince minutitos antes Celia (la "prima" de Fabiana) se desmayó. Paramos en un pueblito llamado La Reforma donde ni un médico había. Nos recomendaron seguir hasta Colonia 25 de Mayo y por suerte antes de llegar Celia dormía plácidamente. Se hizo la medianoche y algunos se empezaban a dormir. A la una de la mañana estabamos en Neuquen. A partir de ahí ya el ruido disminuyó un poco, las energías adolescentes también tenían límites aunque no para todos. Yo, de hecho, no pegué un ojo. Seguí de largo esperando ver el Valle Encantado que de noche tiene cero atractivo. En un momento, cerca de Piedra del Aguila apareció la nieve al costado de la ruta. Los choferes, que por suerte tenían buena onda, se bajaron ellos mismos y empezaron a tirarnos con nieve hacia adentro del micro. Una locura inimaginable hoy dia. Para la gran mayoría ese fue el primer contacto con la nieve.
Amanecía, algunos se apunaban. Una vez pasado el camino que viene de Villa la Angostura yo sabía que se venía la gran entrada. Quienes hayan ido a Bariloche por ruta tal vez recuerden que la entrada es impresionante. Tras una elevación de repente se abre ante tus ojos la postal barilochense. De la nada emerge el lago, la ciudad, el Otto, toda la cordillera nevada. Los choferes nos llamaron hasta la parte de adelante del micro (otra inconciencia para los cánones de la "seguridad" vigente hoy) y ahì, con nuestras ñatas pegadas al parabrisas nos dijeron: "a la una, a las dos y a las.... tres, Bariloche"
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3 hablaron:
eltiemponopasa:
¡Cómo olvidar ese día!.¡Cómo olvidar el desmayo de Celia,episodio que me asustó tanto!!!.
Imposible olvidar el atracón con alfajores y chocolates, imposible olvidar las idas y venidas por el pasillo del micro escuchando Sweter, los abuelos de la nada, virus...
¿No paramos en Piedra del Águila al otro día temprano?, pues yo ahí me compré un jugo de manzana Cipolletti, que aún conservo su envase.
¿Cómo olvidar egresado, ver Bariloche pegados al parabrisas?.
Para mí era un sueño cumplido; mi primer viaje sóla a los 16 años y acompañada nada menos que de "mis compañeros"...
Mil gracias, egresado por hacerme volver a esos momentos ; fueron maravillosos!!!.
PD: la foto está hermosa, lástima mi cara de dormida!!!
En Una de las noches que habíamos ido a bailar, si mal no recuerdo al Bariloche Center, Celia , se volvió a desmayar, cayó redonda a mi lado, la levanté no recuerdo ahora quien me ayudó y en brazos la llevamos a la calle, el frío que hacía en la madrugada, de a poco la hizo volver en sí... flor de cagazo nos pegamos!!
Dieciseis años! Pensar que a mi me faltaba poco para los dieciocho.
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